El hallazgo de las joyas escondidas. Cap. 11. Misión cumplida
El hallazgo de las joyas escondidas. Cap. 11. Misión cumplida
Ilustración de Jesús Delgado
Nuestros amigos han encontrado el tesoro. Al levantar la tapa del arca, ven los libros antiguos que están allí bien guardados. Es un hallazgo muy importante e intuyen que su amigo el Director de la Biblioteca se va a poner muy contento. Al día siguiente van a visitarlo. En cuanto les ve, se adelanta y les pregunta:
Ilustración de Jesús Delgado
—¿Lo habéis descubierto? ¿Sabéis por donde pasó el hermano hortelano? Nos lanzó las preguntas nada más vernos. Lo dijo sonriendo y, enseguida, nos invitó a pasar. Manuel y Lucía se sentaron y nosotros también.
Yo me puse todo lo estirado que pude, como me enseñó mi abuela: «Fino, tieso y con el cuello bien alto, Leonardo». Manuel empezó a explicarle.
—Sí, verá, lo hemos descubierto. Bueno, en realidad lo encontró Leo, quiero decir, Leonardo. — El señor me miró—. Él y su hermana Clarita volvieron al lugar donde está la piedra de los Guardianes de la Noche, ya recuerda, la piedra de los sabuesos.
—Sí, sí, ya me acuerdo, en las escaleras. El tesoro está debajo, en la casa de vuestros abuelos —dijo mirándonos a mi hermana y a mí.
—Leo se cayó a un agujero que resultó ser un túnel. El túnel lleva al río y al lado del río hay un camino que lleva… Yo me di cuenta de que otra vez le entraban los mareos como me pasa a mí cuando me entra el tembleque. No entendía, creo que se estaba armando un lío con las palabras.
—¿Dices un río, un túnel…?
Leo cree que se está armando un lío con las palabras o que se marea como le pasa a él cuando le entra EL TEMBLEQUE. Enseguida le explican cómo han descubierto el camino que pudo recorrer el hortelano desde la vaquería hasta el escondite, es decir, la antigua casa de los gatos, siguiendo el arroyo subterráneo.
Aclarado ese enigma, le cuentan el nuevo descubrimiento.
—Señor —siguió Manuel— tenemos otra cosa que contarle. Una cosa muy importante.
Puso cara de sorpresa, ¿otra cosa importante?
—Sí, CAVE CANEM con letras.
—¿CAVE CANEM con letras?, ¿qué es eso?
—¿Se acuerda de que Leonardo tenía un mapa y allí estaba la señal de CAVE CANEM?
El señor nos miró a Clarita y a mí y nos estiramos todo lo que pudimos.
—Sí, claro que me acuerdo de la señal y de la hermandad protectora que cuida los libros. Mis ayudantes. ¡Ay, cómo me gustaba escucharle aquello! Si le hubiera oído mi abuela.
Manuel y Lucía le relatan toda la peripecia que han vivido y le entregan la carta.
Ilustración de Jesús Delgado
Se emociona al leerla. Les explica que la carta está escrita en el año 1932, cuando los jesuitas tuvieron que abandonar la Universidad y emprender el “gran viaje” al extranjero.
—¡El gran viaje! Sí, así lo llamaron. Tuvieron que marchar y dejar todo aquí.
—Pero algunas cosas las dejaron muy bien guardadas—siguió Lucía—, y nosotros hemos encontrado un arca. El señor puso cara de mucho interés.
—¿Un arca?
—Sí, un cajón lleno de libros. Entonces sí que se puso contento. Yo le vi que le brillaban los ojos como a mi padre cuando vamos de cacería.
—¿Quiere ver dónde está? —siguió Lucía —. ¡Está escondido!
—Claro que quiero verlo, me gustaría mucho.
Los chicos le conducen hasta el lugar donde está escondida el arca. Esta vez no tienen que ocultarse ante los trabajadores:
Ilustración de Jesús Delgado
Cuando abren el arca y aparecen los libros, se queda “mudo, quieto, con los ojos abiertos”, como dice Leo.
—Señor, son las joyas bibliográficas —le dijo Manuel, esas que dice el padre bibliotecario en la carta.
—¡Santo cielo! ¡Qué tesoro habéis rescatado!
Cogió un libro con sus manos. No tenía ni rastro de haber sido comido por las tontonas esas. Lo miraba, lo abría, lo cerraba y hasta lo olió. Tendrá buen olfato como nosotros —pensé—.Y entonces le dije:
—Señor, hemos cumplido la misión. Los libros no han sido comidos por las tonto… quiero decir por las ratas. Me miró sonriendo.
Efectivamente, han cumplido muy bien la misión. El Director de la biblioteca está asombrado porque han recuperado unos libros muy valiosos.
—Habéis descubierto un auténtico tesoro de la biblioteca. Estos libros son muy valiosos, auténticas joyas, como dice el padre bibliotecario en su carta. Mirad éste.
Ilustración de Jesús Delgado
Les acercó el libro que había cogido.
—Es un atlas, un mapamundi de hace varios siglos, ¿sabéis lo que es? Mirad qué mapas tan bonitos tiene.
Manuel y Lucía lo miraron muy atentos.
—Es muy bonito —dijo Lucía.
—Los libros eran tan valiosos que antes de partir para el gran viaje quisieron que quedaran bien escondidos. Luego llegó la guerra y pasaron los años, hasta que vosotros los habéis descubierto. Ahora podremos devolverlos a la biblioteca. Os doy las gracias por este descubrimiento tan valioso. Nos miramos muy contentos. El señor estaba emocionado y nosotros también. ¡Anda que éramos listos, todos!
El Director de la biblioteca les dice que les va a llevar a ver al Rector, es decir, al jefe de la Universidad, les aclara, porque se va a poner muy contento con el hallazgo. No tienen que preocuparse porque se acaba el tiempo del recreo, él les acompañará y explicará a los monitores el gran descubrimiento que han hecho.
Y así acabó aquella aventura de las joyas, que resultaron ser libros. Y con esa aventura terminaron los misterios de aquel verano. Manuel y Lucía se marcharon de vacaciones, no sin antes prometernos que vendrían a vernos cuando acabara el verano.
Ha terminado la aventura; todos están muy contentos. Se despiden hasta después de las vacaciones.
Nosotros también nos vamos a despedir hasta después del verano. Os deseo que sea muy feliz, divertido y lleno de aventuras.