El hallazgo de las joyas escondidas. Cap. 6º segunda parte. El plano esconde nuevas pistas.
El hallazgo de las joyas escondidas. Cap. 6º, segunda parte. El plano esconde nuevas pistas.
Audio 10. El hallazgo de las joyas escondidas. Cap. 6º segunda parte
Ilustración de Jesús Delgado
Nuestros amigos han estudiado muy bien el plano y están decididos a buscar CAVE CANEM IA. Leo enseguida se da cuenta de que el lugar que indica el plano es la carpintería, un sitio bien conocido para él. Allí está calentito entre las virutas, toma el sol y se tumba con frecuencia a dormir.
Ilustración de Jesús Delgado
En la carpintería se llevan un buen susto, porque se quedan encerrados.
Lo vi muy pronto. Donde queríamos ir era la carpintería, mi segunda casa. Nos acercamos y había un hombre trabajando dentro. Hacía mucho ruido y salía polvo en todas las direcciones.
—¿Entramos? —pregunté.
Sin dudarlo, Manuel se metió y todos le seguimos. Nos pusimos en un rincón y de pronto el señor tomó una carretilla, puso alguna cosa encima y se marchó cerrando la puerta con llave.
—¿Cómo vamos a salir de aquí? —preguntaba Lucía, un poco preocupada—. Nos hemos quedado encerrados y tenemos que volver a las colonias, Manuel. Manuel se callaba, pero también tenía cara de preocupación.
—Ya buscaremos una salida, yo me conozco esto muy bien —les dije—, vengo muchas veces a dormir encima del serrín y por ahí arriba hay algunos agujeros para salir. Lucía no se quedó muy convencida, pero se puso a observar todo y se olvidó de que estábamos encerrados.
Leo les tranquiliza porque conoce muy bien la carpintería. Le encanta ir a dormir encima del serrín. Enseguida Manuel aprovecha para mirar detrás de unos tablones. Aquello parecía un trastero. En un armario encuentra la señal conocida.
Por fin, Manuel llegó hasta el último mueble.
—Aquí hay un armario con la señal.
—¡CAVE CANEM! —gritamos todos a la vez. Efectivamente allí estaba. Yo la veía casi desde el suelo y el perro ese me pareció que se me iba a lanzar desde arriba.
—Mira bien por ahí a ver si encuentras una pista nueva —dijo alto Lucía, por si Manuel no la escuchaba bien. Salió con mucho cuidado de no tirar nada y yo me escurrí mucho antes, por si acaso. Volvía lleno de virutas de madera en el pelo y en las orejas. Estaba muy gracioso, porque parecían rizos que le cubrían toda la cabeza. Venía sonriendo con varias cosas en sus brazos.
—¡Mirad lo que traigo!
—¡A ver! —Ya estaba mi hermana, la curiosa, queriendo enterarse la primera.
Nos sentamos y nos pusimos a mirarlo con cuidado. Había papeles con cuentas, otras cosas que no entendimos, algunas cartas y un plano.
Ilustración de Jesús Delgado
¡Una carta y un plano! No les dio tiempo a verlo, pues alguien estaba abriendo la puerta.
Ellos se ocultaron, pero yo me quedé tranquilamente, porque ya sé que de allí no me echan.
—¡Ah, estás ahí durmiendo, gandulo! Hace días que no venías por aquí.
No me hizo más caso y se puso a cortar unas maderas con una máquina muy grande. Entonces aprovechamos para salir sin que nos viera. Eso sí, con nuestro nuevo hallazgo que yo agarré bien con mis dientes.
Manuel y Lucía corrieron de vuelta a las colonias. ¡Menos mal que el encierro no había durado mucho tiempo! ¡Menudo jaleo se hubiera armado si no hubieran llegado a tiempo!
Clara y yo nos volvimos a nuestra casa, para esconder el botín.
Han salido corriendo con el rollo y el plano en la mano. ¿Será otro plano? El próximo día intentaremos descifrarlo con ellos.