La biblioteca

 

La biblioteca

10º audio. El secreto de cave canem 

Hoy vamos a ver con nuestros amigos un lugar especial: es la biblioteca. Seguramente tú conoces alguna. En mi ciudad, Bilbao, tenemos la suerte de tener varias bibliotecas. La Universidad de Deusto tiene una de las más importantes, con más de un millón de libros. Pero sigamos la historia con Leo.

Ya sabemos que Leo tiene bastante lío con las palabras. Cuenta que una vez su madre le riñó porque no entendía ratón y ratonera.

Lo mismo le pasa con los números. Reconoce que es un poco vago y no se le dan muy bien. Claro que, en esta ocasión, son números romanos y Leo no los ha visto nunca. Manuel y Lucía tampoco están muy familiarizados con ellos. Tienen que buscar el número cuatro.

—Tenemos que encontrar otro número escrito en romano—dijo Lucía—. El cuatro. Pero ¿cómo se escribe?

Manuel estaba un poco pensativo, porque no eran cuatro palos, no, de eso estaba seguro. ¿Cómo sería?

Yo no los había visto nunca antes, así que no los reconocía. Clarita tampoco.

—Creo que ya me acuerdo, porque está antes que el cinco y sé cómo se escribe. Es una V.

—¡Qué raro, una letra es un número!

—El cuatro tiene un palo antes de la V.

Manuel lo dibujó en la tierra del suelo.

—Es así: IV

En cuanto lo dijo, Lucía lo descubrió en el plano.

—Aquí está, miradlo.

Todos nos agolpamos. El número IV aparecía pequeñito y, al lado, la señal CAVE CANEM.

 

El plano de Leo 

Ya lo han encontrado en el mapa, en el plano, y enseguida se disponen a buscarlo. ¿Dónde estará? Muy pronto descartan la dirección del túnel misterioso y deciden subir al tejado. Quizá esté por allí.

 

—Vamos al tejado.

Timo se sabe muy bien el camino. Empezamos a subir los escalones y, de pronto, nos paramos en seco. Un ruido cercano nos decía que alguien bajaba.

—¡Corred, sé un sitio donde nos podemos esconder!

Les conduje a un escondite que Timo y yo conocemos. Empujé la puerta con todas las fuerzas de mis patas y nos colamos. El sol entraba por unas ventanas altas y se podía ver todo muy bien. Manuel y Lucía se quedaron asombrados:

—¡Cuántos libros! —exclamó Lucía.

—¡La biblioteca! —dijo Manuel.

Nosotros la conocíamos bien, pero Manuel y Lucía no habían visto nunca una biblioteca tan grande. Bueno, Timo tampoco puede ir allí, pero yo le había llevado alguna vez, persiguiendo a las tontonas que se cuelan por arriba.

Ilustración de Jesús Delgado

 

Se quedan asombrados cuando ven la biblioteca. Manuel y Lucía nunca habían visto una biblioteca tan grande. Sí saben lo que es y suelen ir a una biblioteca a buscar libros, pero esta les asombra. Tiene muchas galerías que llegan hasta el techo. Para acceder a las estanterías más altas, observan que hay unas escaleras de caracol. Se ríen recordando que no son lazos, ni rizos. Leo la conoce bien porque es uno de los lugares por donde hace la ronda con su padre:

 

—Leo, ¿aquí venís de inspección?

—Sí, ¿veis aquellos pasillos tan altos como el techo? Pues todas las noches hacemos una ronda por allí, por si se han colado. Luego bajamos al siguiente pasillo y así vamos recorriéndolo todo.

—Ahora lo entiendo mejor. Cuidáis de que no se acerquen a los libros, porque si no estarían como los rollos de la guarida de los sabuesos—dijo Manuel.

—Se cuelan por todos los lados. Así que revisamos todo bien, pero que muy bien. Primero venimos aquí y luego hacemos la inspección por otros lados. Hay muchas más habitaciones con muchos libros, estanterías y más estanterías y pasillos muy largos. Mi padre se queda siempre el último, por si acaso están escondidas.

—¿Las ratas?

—Sí, las tontonas.

Leo está orgulloso de la misión que tiene encomendada la hermandad de gatos. Protegen los libros para que no se estropeen. Tienen que recorrer pasillos llenos de estanterías para vigilar todos los rincones. Hay muchas habitaciones con libros y corredores llenos de estanterías. Manuel y Lucía están emocionados viendo todo aquello. Pero saben que falta uno.

 

Entonces aquí están los libros, pero nosotros sabemos que falta uno. ¿Dónde estará?

 

 

Ahora te toca a ti. Ayúdales:

¿Qué libro falta?

   

 

 

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