La pelota y el agua
La pelota y el agua
Ilustración de Elisa Amann
Audio: Platero puede, 2ª parte. Platero y las palabras olvidadas
La pelota de Unai que se había perdido aparece cuando Platero tira de la carretilla y remueve el agua del arroyo.
De pronto Araitz se quedó observando el arroyo:
—¡Mirad! ¡Mirad allí! —exclamó muy excitada.
El agua del arroyo había traído la pelota de Unai.
— ¡Mi pelota! —gritó el pequeño, al tiempo que se lanzaba como loco al arroyo a cogerla—. ¡Es mi pelota!
Unai está muy contento y, además, arrepentido porque no había querido dársela a Ixone y se la tiró con tanta rabía que la pelota desapareció. Seguramente esta escena te resulta familiar.
Cuando llegan al riachuelo, los niños empiezan a jugar, se meten en el arroyo, poco profundo, y se tiran agua. Los vestidos de la niña chica y Rociillo se quedan pegaditos a sus cuerpos. Araitz, Ixone y Unai no lo dudan y se meten también en el agua.
Unai, muy divertido, se tiraba el agua con las dos manos por la cabeza, mojándose la camiseta y los pantalones.
—Voy a echarle agua a Platero —dijo decidido.
—No, no, que no le gusta, —le contestó Rociillo.
En Platero y yo hay un texto muy bonito en el que Platero sí se moja. Vamos a escucharlo; se llama Idilio de abril.
Los pequeños han encontrado la pelota y piensan que ya es hora de volver con sus padres, sus aitas. Se despiden de sus amigas, prometiéndoles que irán al pueblo al día siguiente y llevarán una moneda para ir a ver al tío de las vistas.
Y ahora te toca a ti. En el texto que has escuchado el poeta escribe:
Los niños han ido con Platero al arroyo de los chopos, y ahora lo traen trotando, entre juegos sin razón y risas desproporcionadas, todo cargado de flores ….
¿De qué color son las flores que lleva Platero?