Platero se clava una púa
Platero se clava una púa
Audio 7, Platero se clava una púa y Araitz llora. Platero y las palabras olvidadas
Ilustración de Elisa Amann
Los niños van caminando cuando, de pronto, Araitz se da cuenta de que Platero cojea. Avanza intentando no apoyar la pata delantera:
Araitz le echó los brazos al cuello, abrazándolo y diciéndole bajito:
— ¡Platero, Platerillo! ¡Platerete! —queriendo que sus palabras le hicieran olvidar el daño que tenía en la patita.
—Eso es que se ha clavado una púa —dijo muy resuelta Rociillo—. Le pasa a veces, cuando venimos por aquí.
Es una púa de naranjo. Araitz se echa a llorar y le susurra acariciándolo:
Platero, Platerillo! ¡Platerete!¡Platerito bonito!
Rociillo sabe que hay que quitarle la púa, aunque le haga daño, y no lo duda. Con mucho cuidado tira de ella y sale un hilillo de sangre. Los niños acarician a Platero e inventan distintos nombres:
—¡Plateritito!¡Plateritito bonito! —repetía Araitz, ya más tranquila al ver a su amigo sin la púa que tanto dolor le había causado.
Y Platero, mimoso, se acercaba aún más a la niña, como queriendo acariciarla también.
—Eh, que yo quiero llamarle: ¡Plateriquitirrínchiquitirrín! ¡Que le gusta mucho! —añadió Ixone.
—Pues yo le llamaré: ¡Plateruchillo! ¡…illo! —siguió la niña chica, riéndose.
—¡Platerito bonito, chiquitito! —añadió Araitz.
—Me toca a mí –dijo Unai— y le digo: ¡Platerón, grandullón!
Esta escena está basada en un texto precioso del poeta. Escúchalo en esta grabación:
Audio 6. . La púa. Platero y yo.
Y ahora te toca a ti:
Juan Ramón escribe:
Una púa larga y verde, de naranjo sano, está clavada en ella como …
¿Cómo sigue la frase?