2. El hallazgo de las joyas escondidas. Cap.1 Leo descubre la entrada. Segunda parte

2. El hallazgo de las joyas escondidas. Leo descubre la entrada. Segunda parte.

Ilustración de Jesús Delgado

Ya sabemos que nuestros amigos están buscando el camino por donde pudo meter el hortelano el baúl. A simple vista no se ve. Leo y Clarita vuelven al lugar donde lo encontraron, que era la antigua casa de su familia. Por eso lo descubren, gracias a una pista que les da la abuela. Así lo cuenta en El tesoro de los sabuesos:

—Abuela —intervino mi hermana—, ¿tú sabes dónde hay una huerta?

—¿Una huerta? Se quedó pensativa. Claro que lo sé. No voy por allí hace mucho tiempo porque no quiero verlo.

—¿A quién, abuela?

—A ese maleducado y gruñón…

La cosa se ponía fea. Seguro que estaba pensando en el abuelo de los sabuesos.

—¿Está donde viven los sabuesos?

—¡No los nombres, Marie Claire! Ya os he dicho que no quiero que vayáis por el monte, ni mucho menos por donde está ese indeseable.

Nosotros tenemos que cumplir la misión que nos ha sido encomendada, aquí, en el gran edificio. Es nuestra misión y es un honor realizarla todas las noches.

—Sí, sí abuela, tranquila. Ya lo hacemos. Pero ellos también dicen que tienen un encargo que cumplir y que son los Guardianes de la Noche del Gran Edificio.

—¡Marie Claire y Leonardo, escuchadme bien, cómo os vuelva a oír eso, no os dejaré salir y os quedaréis aquí con las hermanas pequeñas! ¿Me habéis entendido?

Mi abuela estaba tan enfadada que se había olvidado de que Manuel y Lucía estaban allí.

 Manuel y Lucía se están despidiendo cuando Lucía pregunta a la abuela si siempre habían vivido en aquella casa.

Ilustración de Jesús Delgado

—No, antes vivimos en otra. Nos mudamos para estar más cerca de los libros. Aquella era muy belle —o algo así que yo no entendí y que debía ser francés—, pero estaba marcada por una piedra con esos indeseables y cuando ocurrió la gran pelea, nos marchamos —dijo frunciendo el ceño.

Las dos orejas se me pusieron tiesas. ¿Qué estaba diciendo mi abuela? ¡Marcada por una piedra con esos indeseables! Manuel y Lucía nos miraron. No se les había escapado. Se despidieron de ella y salimos de nuestra casa.

El tesoro de los sabuesos

Así descubren nuestros amigos la antigua casa de sus abuelos donde se esconde el tesoro. Ahora están buscando por dónde pudo entrar el hortelano para dejar el baúl, ya que la puerta que ellos han visto es muy pequeña, una gatera. Deciden dar con sus patas en la pared a ver si encuentran alguna pista. De pronto Leo se cae en un agujero:

Empezamos a dar con las patas y todo sonaba igual. Nada, ninguna pista. En esas estábamos cuando, de pronto, sentí que algo fallaba debajo de mis patas y ¡catapumba! ¡Me caí en un agujero! No me hice daño, pero me puse lleno de barro. Mi hermana asomó su cabecita y empezó a reírse:

—¡Ay, Leo, qué pinta tienes!

Lo que faltaba. No me gusta nada mojarme las patas y encima ella riéndose.

Ilustración de Jesús Delgado

Leo se enfada. Se ha manchado de barro lo que ya sabemos que no les gusta nada a los gatos y además cree que Clarita está riéndose de la pinta que tiene. Pero no es así:

—¡Leo, lo has descubierto!

—¿Qué he descubierto? —le contesté un poco enfadado.

—La puerta por donde ese señor metió el baúl.

—Pero si no hay ninguna puerta…

—No importa que no haya una puerta, Leo. Pudo entrar por ahí, ¿ves el final?

No veía nada. Entre la rabia que tenía y las patas enfangadas, no podía pensar. Ya estaba otra vez Clarita haciéndose la listilla. Pero quizá tenía razón porque aquello parecía un camino… Enfoqué con mis ojos y vi un túnel grande. ¡Anda, mi hermana qué lista! Por allí sí que podían haber metido el baúl.

—Sube, Leo, y vamos a buscar a Manuel y Lucía para contárselo.

Leo se va a sentir muy orgulloso de su descubrimiento. Todavía está lleno de barro y cuando sale del agujero trata de salpicar a su hermana. No lo consigue porque Clarita que ha intuido sus intenciones se ha ido a la otra parte.

Clarita se queda mirando la casa de los abuelos, la que su abuela les había dicho que era muy belle, así en francés, es decir, muy bella. Se habían marchado porque estaba marcada por una piedra de «esos indeseables» y cuando ocurrió la gran pelea, se fueron. Los indeseables eran los sabuesos, claro, los tatarabuelos de nuestros amigos Timo y Currita.

Leo y Clarita van a buscar a Manuel y Lucía. Tienen muchas cosas que contarles. En el próximo capítulo veremos qué descubren con ellos.

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