Compartiendo el disfrute. Platero y yo. Platero I

 

Compartiendo el disfrute

Platero y yo. Platero I

 

Casa Museo Zenobia y Juan Ramón Jiménez, Moguer

Inicio hoy una nueva categoría en el blog: Compartiendo el disfrute. Mi intención es compartir con vosotros algunos textos, especialmente emocionantes para mí, que irán acompañados de un breve comentario. Pido vuestra complicidad para que acompañéis a los pequeños en su lectura. Las entradas serán breves, con la excepción de esta primera.

He pensado comenzar con algunas páginas de Platero y yo, el hermoso de texto Juan Ramón Jiménez. Yo lo leí por primera vez cuando tenía quince años. Recuerdo la atracción que sentí hacia su prosa hasta terminarlo aquella tarde. Ahora sé que es mejor leerlo despacio, disfrutando y saboreando sus páginas. Desde entonces me acompaña como libro de cabecera. Era la primera obra que yo leía de este autor, tan significativo para mí, a lo largo de mi vida.

Me apresuro a deciros que Platero y yo no es un libro para niños[1], aunque se realizó muy pronto una edición selecta para ellos. Con este motivo, Juan Ramón escribió una Advertencia[2].

Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para… ¡qué sé yo quién!… para quien escribimos los poetas líricos… Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien! …

Platero y yo tiene páginas exquisitas, plenas de espiritualidad y muy hermosas para poder leer a los niños. Pero, en realidad Platero y yo es una elegía y lleva el subtítulo de Elegía andaluza. Lo dice el poeta en el texto que acabamos de leer: “la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero”. Muchas páginas muestran una visión crítica hacia una sociedad que permite trabajar a los niños y que mantiene costumbres crueles, como las peleas de gallos. Los niños enfermos y los desafortunados de la sociedad comparten protagonismo con la naturaleza vista a través del alma del poeta.

En esta entrada os invito a disfrutar del primer capítulo, el más conocido de todo el libro: Platero. Platero es suave y blando por fuera, pero tiene acero, es fuerte. La alegría y la pena marcan todo el libro y nos van guiando en la mirada interior del poeta que refleja el mundo exterior. Lo iremos destacando en las siguientes entradas y bajo esta dualidad he elegido diez textos.

I

PLATERO 

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: «  ¿Platero? », y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel…

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

—Tien’  asero…

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

 

 

[1] Suele creerse lo contrario por una edición de 1914, en la que se escogieron capítulos más apropiados para los niños. Pero esa edición no fue del agrado del poeta. En cierto modo se vio obligado a permitirla porque se había retrasado la traducción de La luna nueva de Tagore, que estaba haciendo con Zenobia, para esa editorial. Con este motivo, Juan Ramón escribió una Advertencia.

 

[2] Los textos elegidos siguen la edición JIMÉNEZ, J. R. (2005). Obra poética. Eds. Javier Blasco y Teresa Gómez Trueba, 2 Vols., Madrid: Espasa Calpe. El tomo 2 está dedicado a la prosa. Esta edición tiene unas cuidadas introducciones a cada obra. La de Platero y yo está realizada por Soledad González y Howard T. Young. Para cualquier aspecto que se desee ampliar recomiendo este estudio. Evitaré poner notas en las siguientes entradas.

 

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