El misterio del cisne negro. Rara avis. Cap. 12. Cisne blanco y cisne negro
El misterio del cisne negro. Rara avis. Cap. 12. Cisne blanco y cisne negro
Ilustración de Jesús Delgado
Nuestros amigos se han dado cuenta de que DICEN QUE EL CISNE CUANDO MUERE CANTA es un verso de un poema de Antonio Trueba, el escritor enterrado en la iglesia de San Vicente. El cisne blanco de la lápida de su tumba recuerda ese verso. La siguiente cuestión es: ¿Dónde estará el cisne negro?
Ilustración de Jesús Delgado
Empiezan a dar vueltas en torno a la imagen. Las dos figuras están contrapuestas como la visión en un espejo. Saben que están cerca de descubrir el tesoro, pero tienen dudas; ha pasado mucho tiempo y quizá ya no haya nada escondido porque alguien lo encontró antes que ellos. Pablo los tranquiliza: no puede ser porque el mapa estaba en manos de Peru, bien guardado. Más tranquilos siguen dando vueltas: ¿Qué será el cisne negro?
—Podría ser una señal para indicar que el cisne negro, RARA AVIS, está enfrente en línea recta, del cisne blanco, es decir, del poema de este señor, Antonio Trueba.
—Anda, pues es verdad. Si miramos la imagen está justo allí enfrente —dijo María muy contenta, a la que la reflexión de Pablo había tranquilizado.
Piensan que quizá sea un altar en línea con la tumba de Trueba. Efectivamente hay un altar dedicado a San José. Todos nerviosos se ponen a buscar en él la señal de RARA AVIS: ¡La encuentran!
RARA AVIS
Allí estaba la señal con la imagen muy pequeñita del cisne.
—¡Aquí lo tenemos! —gritó Pablo, muy alegre.
Palparon bien la moldura y, a simple vista, no se podía mover. Javier sacó la tarjeta del metro y probó a pasarla por la ranura que quedaba entre la moldura y la pared. Ante los ojos entusiasmados de todos, la moldura se abrió.
—¿Qué hay? —preguntaba María con impaciencia.
Javier metió la mano y encontró un saco de terciopelo granate bien cerrado con un cordón. Lo abrió: estaba lleno de joyas. Con ellas había un papel:
Estas joyas pertenecen a nuestra Madre Dolorosa. Quedan aquí protegidas en el altar de San José, esperando que lleguen tiempos más pacíficos en los que nuestra Madre pueda lucirlas.
RARA AVIS
Ilustración de Jesús Delgado
¡Qué emoción! Eran joyas, pequeños objetos, anillos, una medalla, un broche y un collar de perlas. Muy satisfechos buscaron a la Madre Dolorosa y la encontraron muy cerca del lugar donde habían descubierto el tesoro.
Fotografía de la Virgen Dolorosa, Iglesia de San Vicente
Muy contentos con su tesoro descubierto entraron a la sacristía para entregarlo a Don José María, el sacerdote que había bautizado a Javier. Al principio no entendió de qué le hablaban, ni había escuchado nada de RARA AVIS.
—¿Y habéis encontrado esa joyas aquí?
—Aquí mismo —le respondió Javier— muy cerca de la Virgen, en el altar de San José.
Don José María estaba realmente sorprendido por lo listos que habían sido.
—Limpiaremos bien las joyas que habéis encontrado y se las pondremos a la Virgen para el día de la Procesión, el Viernes de Dolores, en el inicio de la Semana Santa.
Se despidieron. Estaban muy contentos. Habían concluido la búsqueda de aquel tesoro.
—Vamos a mi casa a merendar —dijo Javier—. Tenemos que celebrarlo.
—Estoy pensando que tenemos otra aventura para investigar —recordó María.
—Claro, RARA AVIS LIBER —añadió Pablo.
Salieron felices de la iglesia de San Vicente. Habían encontrado las joyas de la Virgen y tenían una nueva investigación por delante.
Amigos, esta aventura ha terminado, pero ya veis que nuestros investigadores pronto iniciarán otra. Juntos de nuevo, nos divertiremos acompañándolos en busca de RARA AVIS LIBER.